viernes, 5 de junio de 2015

Recordándote


 Mirar tus labios y querer besarlos, mirar tus ojos y clavar en ellos los míos para no perder un detalle de esa mirada mágica. Eso es, te amo. Andar a tu lado y contemplar tu gracia, perderme en tus formas, líneas y en tu cuerpo. Adorarte, cada día, como si fuera el último. Darte cada beso lleno de pasión como si la vida se me escurriera entre los dedos, como si la vida fuera arena, como si ese fuera mi último beso. Acariciar tus cabellos con ternura y cuidado, una cascada castaña y preciosa, suave, ondulada. Agarrar tu mano con firmeza y no poder evitar besarla y apretarla junto a mi cara, sintiendo su suave tacto. Estar cerca de ti y no poder evitar acariciarte, las manos, los brazos, las piernas la espalda, no poder evitar cubrir de ternura un cuerpo tan majestuoso un cuerpo tan perfecto, no poder evitar estar enamorado.
Tu preciosa voz que me abre un mundo, un mundo de anécdotas, un mundo de risas, una voz que además de preciosa es sabia, lista, ingeniosa, una voz que habla por una gran mente, podría pasar horas y horas escuchándote, riéndome de tus ocurrencias, cada una más loca que la anterior, podría pasar horas escuchando tu historia, podría pasar horas viéndote esquivar mi mirada, viéndote sonrojarte, cuando me dices que me amas, cuando me expresas como estás de enamorada. Podría pasarme vidas enteras así.
Y así es como me siento contigo, así es como haces de mi un hombre importante, así me das la vida, me iluminas. Así me enamoras, me haces feliz, me fascinas. Así pasan mis días, anhelando tenerte entre mis brazos, anhelando lanzarme a los tuyos, anhelando tus besos, anhelando tus caricias, echándote de menos pensando en ti, trayendo tu perfecta cara a mis recuerdos, viendo esa expresión que pones cuando la acaricio, una expresión de felicidad, una expresión de calma, de tranquilidad, esa expresión que me encanta provocar pasando mis dedos por tus mejillas en una suave y delicada caricia, cuando pongo mi mano en tu rostro, dejo mi pulgar en la línea de tu nariz, mis yemas rozando la línea de tu mandíbula, cubriendo tu mejilla, tu mandíbula, tu piel con mi mano áspera.
Sólo de recordarte mi respiración se agita, sólo con pensar en ti, con hablar contigo aunque sea en la distancia, mi pulso se acelera, mis manos tiemblan, como cuando estoy contigo y me miras de hito en hito, cuando pasas tus finos dedos por mis cicatrices, mi piel o mis manos, como cuando andas a mi lado y como por accidente agarras mi mano, como si hubieran chocado por azar y sin saberlo se hubieran encontrado y entrelazado.
Pero junto con la magnificencia de amarte y de ser correspondido, con el placer de ser tuyo por entero, junto con la pasión que inoculas en mí con tu compañía sólo, también albergo temor y miedo. Estar enamorado de ti es grato, pero cuando posees algo tan grande o no sabes apreciarlo o temes perderlo. Cuando tienes lo mejor no puedes evitar los nervios de extraviarlo. No puedo evitar el temor de que veas ese lado que no quiero que sea descubierto, no puedo evitar temer que lo encerrado huya y sea visto, no puedo evitar temer que no asimiles que hay cosas de mí que no me representan, pero que ahí están.

1 comentario:

  1. Si te gustó esta entrada, o simplemente para leer más como esta puedes darme a g+1, suscribirte a mi blog y seguirme en las redes sociales y hacer difusión. Responderé y leeré cualquier comentario con sugerencias, así que ¡Comenta!
    Twiter @Nuncamas_Diaz
    Facebook Borja Díaz Casas
    ¡Gracias!

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.